Sandra Moreno Quintanilla

Sandra Moreno Quintanilla

Periodista

El periodismo trasciende lo individual. No basta con hacer bien nuestro trabajo por nosotras mismas o por los medios en los que trabajamos; cada pieza informativa que publicamos construye o deteriora la credibilidad de toda la profesión. Esto es especialmente importante cuando se trata de informar con rigor, evitando titulares engañosos que buscan generar clics a costa de la verdad.

El clickbait no es solo un problema de estilo o marketing digital; lo es de ética periodística. Cuando un titular exagera, omite información clave o plantea una afirmación que luego se matiza en el cuerpo de la noticia, contribuimos a la desinformación. En una sociedad donde muchas personas no leen más allá del titular —ya sea por falta de tiempo, exceso de información, simple saturación o porque el contenido está detrás de un «muro de pago»—, las consecuencias para nuestra credibilidad como colectivo profesional son graves.

Esto es evidente en la cobertura de casos de violencia de género. Titulares como ‘Un cuchillo acaba con la vida de una mujer’ o ‘La bella durmiente’ refiriéndose al caso Pèlicot, ocultan, aun teniendo la información, que se trata de un asesinato machista, en el primer caso, y no de un cuento que acaba bien, en el segundo. Cuando los medios utilizan la voz pasiva para evitar señalar al agresor o cuando dejan la causa de la muerte o de la violación como un misterio, distorsionan la realidad. Y muchas personas, que no quieren o no pueden leer la noticia completa por diversas razones, se quedan con una versión sesgada o edulcorada de los hechos. O directamente falsa. Del mismo modo, anunciar que Penélope Cruz llegará a Cáceres la próxima semana queriendo decir que se estrenará una película suya en una sala de la ciudad, es mentira, una aberración y una vergüenza.

Al participar en estas prácticas —ya sea por presión de los medios, falta de tiempo o rutinas ya consolidadas—, reforzamos un periodismo que perjudica no solo nuestra credibilidad personal, sino la de toda la profesión. Lo peor es que luego nos sorprendemos cuando la ciudadanía desconfía de los medios o prefiere buscar información en redes sociales, donde la fiabilidad es aún más incierta y quedando ‘ensalzada’ nuestra labor en los primeros puestos de las profesiones más denostadas.

Hacer un periodismo riguroso y comprometido con la sociedad no es un lujo ni una postura ideológica, es nuestra responsabilidad, entre otros motivos porque aquí aplica perfectamente el dicho: “si te critican a ti, me critican a mí”. Así que si no lo haces por ti, al menos hazlo por el resto de periodistas.